Conversando en la plaza principal. - Daniel James Los Tiempos
En Bolivia cada región tiene alguna particularidad en la forma de hablar y Cochabamba no es la excepción. A pesar de que hay frases y palabras que se usan en todo el país – como “ch’aki” (resaca) – los cochalas han construido una jerga propia en base a la fusión del español y el dulce quechua.
El quechua ha dado a la morfología castellana cochabambina un toque exclusivo. Y es que 500 años de presencia española en la tierra de los Incas han logrado formar una inacabable cantidad de palabras y frases que son mezcla de quechua y castellano.
“Un mecanismo básico de la picardía boliviana es el encuentro entre idiomas distintos, que de por sí nos hace reír aunque algunos gringos no entiendan por qué reímos”, señala el escritor Ramón Rocha Monroy.
Por ejemplo, cita Rocha, cuando a un criollo que “se hace el gringo” le decimos “yanagringo” (yana significa negro; gringo es americano de EEUU o de origen europeo); “cielowawita”, que se dice a una persona bondadosa, ágilsiki – culo ágil; o cuetesimi , que significa “boca de cohete”, alguien que habla mucho y “florido”.
Otra característica del valluno es el uso de los diminutivos. “Aquisitos no más es, caserita” o “no pues mamita, cuida bien a tu wawita”, son una muestra de la abundancia del cariño en la palabra cochala.
La influencia del quechua en los cochabambinos es fundamental, como bien lo explica el Cronista de la Ciudad. “Mezclar el castellano y el quechua, y no solo el vocabulario sino la construcción de la frase, es una característica importante”.
Si uno va al mercado, debe alterar la construcción de la frase y no decir ¿tienes carne? sino: ¿carne tienes? En vez de ¿vas a ir al mercado?, mejor decir: ¿al mercado vas a ir?
Rebajarime, ps caserita
Si un ciudadano extranjero escucha esta frase no la entenderá de inmediato.
El quechua es un lenguaje sin esdrújulas que no se hizo para ordenar sino para seducir y convencer.
Rocha ejemplifica esto cuando se dice “por qué no me lo haces estito” o cuando añadimos la partícula “ri”, que quiere decir por favor, al castellano. “Rebajarime, pues caserita”, o “llevarime” “invitarime”.
Quechuañol
Aunque esta composición es polémica, muchos estudiosos hablan de un más frecuente uso del quechuañol, la mezcla del español y el quechua, como una especie de jerga o habla común de esta parte del país.
Según Rocha Monroy, el pasado agrario y quechuista caló hondo en el lenguaje de la región.
“Somos todavía una sociedad agraria y lo fuimos más en el pasado, cuando nuestros mayores conocían muy bien el quechua y lo practicaban a diario”.
En su libro “Picardía en Cochabamba”, el Premio Nacional de Novela 2002, enumera algunos de los apodos más populares, muchos de ellos mezcla del idioma originario y el ibérico:
Ch’aki: resaca.
Mankagasto: tragadebalde, o también k’asi okho en quechua, que gasta mucho.
P’ajla: calvo.
Tojpi: loco.
Warmichallpa: tipo que pega a su mujer.
Wist’u picu: pico torcido. Célebre personaje que horneaba deliciosas empanadas que todavía son populares.
Yana molleja: muy moreno.
Yana alma: alma negra.
Yanki llokhalla: como yanagringo, muchacho criollo que se hace el yanki.
Sin embargo, no se puede hablar de un solo “lenguaje” cochabambino.
Hay una brecha que se expresa en el nivel de ingreso y la falta de práctica del quechua, pero en los sectores populares todavía se usa éste como señal de identidad y para expresar confidencias o rematar anécdotas humorísticas. Empero, es menos puro que el del norte de Potosí o el de Sucre y más mezclado con el castellano, explicó Rocha.
Como todo idioma, el quechua es una visión del mundo, y la de los cochabambinos es una muestra de alegría y optimismo.
“En la medida en que no lo practiquemos, será privilegio de los habitantes del Valle Alto, el valle de Sacaba, el valle central o el cono sur, quizás ya no de la ciudad”, señaló.
Con todo, será difícil superar en algún otro idioma el acurruco de una pareja cuando se frasea: ¿Ima pasan? Ashkata munakuyki misk’i palomitay (¿Qué pasa? Te quiero mucho mi querida paloma).
Para saber
A continuación, algunas de las frases más usadas en la cotidianidad cochala, extraídas de un sondeo de Los Tiempos Digital a través de nuestra página de Facebook.
Todo pasa con llajua
Esta frase refleja mucho de la cochabambinidad. Primero porque menciona el brebaje cochala por excelencia: la llajua, una exquisita mezcla de locoto, tomate y quilquiña, que da como resultado un aderezo picante que acompaña todas las comidas de la región.
La frase significa que no hay comida mala que no sea pasable con llejua. Aunque esta idea se traslada a la cotidianidad cuando uno debe hacer o presentar algo que no le gusta o que se ve mal. “Este trabajo está mal, pero pasa con llajua”
Aquisito nomás, estito nomás, ahisito es
Otra vez el uso de diminutivos esta ocasión en los adverbios. El cochala señala lugares o cosas con un sufijo que indica que todo parece cerca, aunque esté muy lejos.
Ya pues, yapame casera o ¿y la galeta?
En Cochabamba es tradición pedir a una vendedora algo más de lo que ofrece, como un plus fuera del producto. La yapa significa una especie de cariño del vendedor al consumidor para que éste sea “fiel” y no compre de otras caseritas.
La galeta es similar. Es cuando un vendedor hace probar su producto al consumidor antes de la venta.
O le damos
Frase de los viernes. O sábados. A veces domingos y lunes. Es la convocatoria oficial para reunir a los amigos y compartir "bebidas espirituosas".
Este chango
Para referirse a alguien, generalmente entre jóvenes. “Este chango no hizo la tarea”.
Hay muchas frases cochalas aunque la continua migración interna y externa, la influencia de idiomas extranjeros y otros factores hacen que la jerga popular se nutra continuamente ¿no ves que?