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La historia del PIQUE MACHO refleja la conjunción de los valores qhochalas: el amor por la buena comida, la pujanza, calidez y creatividad de esta tierra valluna.
El Pique a lo Macho nace en el restaurante de los esposos Evangelina Rojas Vargas y Honorato Quiñones Andia, ambos de Toro Toro (Provincia Charcas de Potosí), desde donde llegaron a Cochabamba cuando eran niños, haciendo suya esta tierra.
En 1969 unieron sus vidas e iniciaron un negocio en el cual ambos tenían amplio conocimiento (él como garzón y ella como cocinera), al que llamaron Restaurant “El Prado”, por situarse en pleno paseo de El Prado cochabambino.
El negocio prosperó, ganando una nutrida clientela, de la cual varios comensales tenían la costumbre del buen cochabambino, de reunirse los fines de semana (viernes o sábado) para jugar un partido de cacho, compartir con los amigos, comer y beber.
Por lo general, estos clientes comían a media tarde y continuaban departiendo hasta altas horas de la noche. Cuando las bebidas exigían a los comensales algo más de comida, Honorato y Evangelina tenían en su menú diferentes sándwich, pero los clientes exigían algo más.
Es así como uno de sus tradicionales grupos de clientes, con quienes contaba el restaurante, entre ellos varios pilotos del LAB, que tenían por costumbre reunirse los sábados por la tarde, exigían que se les prepare algo diferente para poder picar todos juntos.
El hecho de ser clientes asiduos, le dio a Evangelina la confianza de prepararles un platillo con el que agasajaba a sus amigos personales, y que consistía en carnes picadas y sazonadas por esas manos expertas, acompañadas de chorizo, papas al bastón, tomate picado y unos “reverendos” locotos como solo hay en la Llajta.
Este singular plato, de inicio sin nombre, se servía como aliciente para recuperarse de la borrachera, y que por su forma alentaba a seguir compartiendo con los amigos.
Poco a poco, otros clientes asiduos, al ver el desfile del singular plato fueron solicitándolo, y al probarlo más de uno exclamaba “…¡este es un picado para machos`¡…”, llegando inclusive, a un principio, a ser solicitado solo por los varones, debido al picante de los locotos. Como el plato elaborado por Evangelina era muy solicitado, se vio la necesidad de incorporarlo en el menú del restaurante, bautizándolo como Pique a lo Macho.
En 1978, Honorato y Evangelina se trasladaron a su local propio, situado en la calle Tarija No. 1314 de la zona de Cala Cala, y que lleva el nombre de Restaurant Quinta MIRAFLORES, donde además de otros sabrosos platillos, se mantiene y sirve el tradicional Pique a lo Macho, como fue concebido y creado: sencillo, sabroso y socializador.
La historia del PIQUE MACHO refleja la conjunción de los valores qhochalas: el amor por la buena comida, la pujanza, calidez y creatividad de esta tierra valluna.
El Pique a lo Macho nace en el restaurante de los esposos Evangelina Rojas Vargas y Honorato Quiñones Andia, ambos de Toro Toro (Provincia Charcas de Potosí), desde donde llegaron a Cochabamba cuando eran niños, haciendo suya esta tierra.
En 1969 unieron sus vidas e iniciaron un negocio en el cual ambos tenían amplio conocimiento (él como garzón y ella como cocinera), al que llamaron Restaurant “El Prado”, por situarse en pleno paseo de El Prado cochabambino.
El negocio prosperó, ganando una nutrida clientela, de la cual varios comensales tenían la costumbre del buen cochabambino, de reunirse los fines de semana (viernes o sábado) para jugar un partido de cacho, compartir con los amigos, comer y beber.
Por lo general, estos clientes comían a media tarde y continuaban departiendo hasta altas horas de la noche. Cuando las bebidas exigían a los comensales algo más de comida, Honorato y Evangelina tenían en su menú diferentes sándwich, pero los clientes exigían algo más.
Es así como uno de sus tradicionales grupos de clientes, con quienes contaba el restaurante, entre ellos varios pilotos del LAB, que tenían por costumbre reunirse los sábados por la tarde, exigían que se les prepare algo diferente para poder picar todos juntos.
El hecho de ser clientes asiduos, le dio a Evangelina la confianza de prepararles un platillo con el que agasajaba a sus amigos personales, y que consistía en carnes picadas y sazonadas por esas manos expertas, acompañadas de chorizo, papas al bastón, tomate picado y unos “reverendos” locotos como solo hay en la Llajta.
Este singular plato, de inicio sin nombre, se servía como aliciente para recuperarse de la borrachera, y que por su forma alentaba a seguir compartiendo con los amigos.
Poco a poco, otros clientes asiduos, al ver el desfile del singular plato fueron solicitándolo, y al probarlo más de uno exclamaba “…¡este es un picado para machos`¡…”, llegando inclusive, a un principio, a ser solicitado solo por los varones, debido al picante de los locotos. Como el plato elaborado por Evangelina era muy solicitado, se vio la necesidad de incorporarlo en el menú del restaurante, bautizándolo como Pique a lo Macho.
En 1978, Honorato y Evangelina se trasladaron a su local propio, situado en la calle Tarija No. 1314 de la zona de Cala Cala, y que lleva el nombre de Restaurant Quinta MIRAFLORES, donde además de otros sabrosos platillos, se mantiene y sirve el tradicional Pique a lo Macho, como fue concebido y creado: sencillo, sabroso y socializador.