Simplemente Cochabamba‬







La ingenua y presuntuosa denominación de “Jatum ‪#‎Bolivia‬” que el habitante valluno da a su territorio no es una expresión de prepotencia y exclusivismo, sino al contrario, una simpática deformación óptica: Si Cochabamba es, geográficamente hablando, una Bolivia en chico, en cambio es grande su deseo de que la República sea libre, culta y próspera.” (Mariano Baptista Gumucio, “‪#‎Cochabamba‬: evocación y homenaje” en “El hombre y el paisaje de Bolivia”).
“Sucursal del cielo” dirá alguno; “Ombligo de la tierra” dirá el otro; “El corazón de Bolivia” afirmarán muchos; “La capital del mundo” corregirán otros… La ciudad de las flores, el granero de Bolivia; apelativos orgullosos para esta Cochabamba que extiende su silueta en las faldas del Tunari y representa todos los elementos geográficos, humanos y culturales que constituyen la esencia de nuestro país. Sinónimo de abundancia, esta es hoy una ciudad que combina los rasgos de su larga historia con un impulso, siempre colorido, de renovada pujanza y modernidad.
La planicie de los charcos
Llegando desde las llanuras del trópico o bajando desde la puna altiplánica, como seguramente lo hicieron sus primeros habitantes, descubrirás el largo y ancho valle rodeado de cerros, donde se extiende la ciudad; desde las pinceladas nevadas del imponente Tunari hasta las suaves ondulaciones del San Sebastián y el Muyurina, que se funden en la extensa planicie. “Tierra amable y equidistante de las temperaturas extremas” (1) fue una provincia del Reino Colla y posteriormente un enclave incaico de importancia, especialmente contra el hostigamiento de los aguerridos Yuracarés y otras tribus de la región amazónica. En el siglo dieciséis existía en el valle un caserío denominado Kanata. “Esta residencia de los curacas quechuas estaba a la orilla del Khota Pankhara que en lengua aimara significa Lago Florido. El ancho valle fue llamado por los nuevos señores “Qocha pampa”, que viene a ser en traducción literaria la Llanura de las Lagunas o más estrictamente la Planicie de los Charcos o de los Pantanos.” (2) Estas tierras, extraordinariamente fértiles para la producción agrícola, fueron transformadas por los incas en una verdadera “Llajta”, un centro productivo y religioso de primer orden que, según Gerald Taylor en su análisis del Manuscrito de Huarochiri, encierra la concepción politeísta de los dioses y diosas que conviven con sus ayllus devotos en un “mundo feliz”. Orgullo del Llajtamasi, “oriundo del lugar ideal”, que ha persistido invariable hasta nuestros días, como sus antepasados aymaras, la herencia viva de su cultura quechua o la secreta nostalgia del valluno contemporáneo, quien más allá de donde se encuentre en el mundo, vive reivindicando la placidez, colorido y belleza de su tierra natal.









Instagram